Araski logró el pasado viernes su séptima victoria liguera ante uno de los rivales de la parte baja de la clasificación como es el Universidad de Oviedo. Pero no por ello fue un triunfo plácido. Al contrario. Sufrió más de lo pensado tal vez el cuadro de Aitor Uriondo que hasta el último minuto no vio como el partido se quedaba en Vitoria con el 65-60 final. Incluso durante la primera parte fue el cuadro asturiano el que llevó el control del encuentro a donde más le convenía, un marcador bajo.

Mermado por las bajas y las escasas rotaciones, el equipo entrenado por José Alberto Fernández sabía que sus opciones de victoria pasaban por realizar posesiones largas y no entrar en un juego dinámico y un partido a campo abierto. Y es lo que evitó durante los primeros veinte minutos. El 26-24 con el que se llegó al descanso reflejaba bien a las claras las intenciones del cuadro ovetense, que sin embargo con el paso de los minutos fue notando el cansancio y el hecho de tener sólo dos recambios en el banquillo. El inicio del último cuarto supuso el despegue vitoriano, que llegó a disfrutar de una renta de quince puntos (55-40 tras un triple de Umul) que finalmente sirvió para manejar los últimos compases del choque con algo más de calma.

Triunfo sin brillo en cualquier caso del Araski que sigue en la zona media de la clasificación con siete victorias y otras tantas derrotas a la espera de afrontar ahora cuatro salidas de forma consecutiva, la primera de ellas el próximo sábado en Galdakao ante Ibaizabal, uno de los gallitos de la categoría. Conscientes de la dificultad de sorprender a las vizcaínas, quienes ya ganaron en Vitoria, el objetivo es sumar uno o dos triunfos en los otros tres desplazamientos antes de regresar a Mendizorroza el próximo 20 de marzo.

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